Qué bien se merendaba (y se aperitiveaba) en Muros, sobre todo después de recorrérnoslo enterito.
No es tampoco de extrañar que los caretos reflejen la más auténtica de las indiferencias ante la cámara.
"No se puede aplastar a los infieles cuando se es una tortuga. Todo lo que se puede hacer es darles una mirada significativa"
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